" Casi todo lo humano está en la infancia. Cuando esa etapa ha sido feliz, sana, llena de afecto y bien enfocada, uno sale fuerte para todo ".

Enrique Rojas

miércoles, 24 de marzo de 2010

EL MONO GRAMATICO - OCTAVIO PAZ


El Mono Gramático nos despliega un profundo cuestionamiento sobre el lenguaje, referente el desarrollo de éste como herramienta para construir la idea que se tiene del mundo. También como el componente más utilizado para representar las cosas, la realidad, la naturaleza y la idea. La obra de Paz está llena de reflexiones sobre el Ser del lenguaje y de la poesía, pero es en El Mono Gramático donde se concretan dichas reflexiones a manera de ensayo y se sustentas las tesis.

El texto nos relata la historia de un hombre que camina por un camino mitad real y mitad inventado, un sendero que lleva a Galta, un pablado cercano a Delhi. Ese camino es también un lenguaje que se busca y se pierde, se interroga y se afirma. La narración continuamente se deshace, vuelve al punto de partida y recomienza de nuevo para, un instante después, deshacerse.

El Mono Gramático se inicia con el lenguaje como producto del pensamiento y pasa a discernir entre éste y el espíritu. Así, el primero influye sobre el segundo. El lenguaje realiza movimientos cambiantes y el espíritu cede ante ellos, esto nos coloca en el punto en el que el hecho externo del ejercicio del lenguaje, que es un acto racional y se proyecta hacia fuera del hablante, atañe directamente a la dimensión moral y espiritual de quien lo escucha o lo lee “Las relaciones entre la retórica y la moral son inquietantes: es turbadora la facilidad con que el lenguaje se tuerce y no lo es menos que nuestro espíritu acepte tan dócilmente esos juegos perversos”. Pag 25

Hay una relación simbiótica de alteración y aceptación entre una y otra categoría. Cuando escribe Paz “Deberíamos someter el lenguaje a un régimen de pan y agua, si queremos que no se corrompa”, pag 25 se refiere a él como una entidad externa, la cual puede manipularse según las necesidades o deseos de quien la utiliza, escritor o hablante pero advierte que sólo con el lenguaje puede manipular al lenguaje y por lo tanto entrará en un juego que terminará en una aporía (dificultad).

Juzgar al lenguaje con el lenguaje no lleva sino a reinvenciones de las cuales surgen otras nuevas y así sucesivamente, “inclusive las frases más simples para averiguar qué es lo que encierran (más expresiones figuradas) y de qué y cómo están hechas ¿de qué está hecho el lenguaje? y, sobre todo, ¿está hecho o es algo que perpetuamente se está haciendo?). Destejer el tejido verbal: la realidad aparecerá. (Dos metáforas.)”. pag 25 En este punto el autor se interroga sobre lo acertado de las palabras que utiliza para explicar lo que él piensa, es el lenguaje, pero no se puede llegar a una conclusión si detrás de cada “expresión figurada” aparece una nueva “expresión figurada”. El lenguaje es un producto humano que no cesa de realizarse a sí mismo y no se puede prescindir de él, ni dejar a la idea en su más estricta definición.

El lenguaje habla de sí mismo por medio de sus expresiones figuradas y por este motivo se necesitaría un lenguaje de cosas y no de palabras para designar a las primeras: “¿Con quién y de qué hablan las cosas-palabras? (Esta página es un saco de palabras-cosas.)”. pag 26 Es entonces el lenguaje una entidad que trabaja de forma totalitaria, pues no está al servicio de la realidad ni de las cosas “el lenguaje no habla de las cosas ni del mundo: habla de sí mismo y consigo mismo” pag 26 Entonces somos lanzados a un lugar desolador puesto que el lenguaje, que era la herramienta para designar la realidad y las cosas ya no las designa, sólo se designa a sí mismo, con su única cara infinita y hace a quien lo utiliza, caer en el juego de las metáforas para intentar designar una idea, pero finalmente queda atrapado en la sucesión de las expresiones figuradas.

El hablante común utiliza el lenguaje de forma espontánea, no se detiene a reflexionar sobre el papel que desempeña éste y si efectivamente está designando con sus palabras lo que desea. No obstante se encuentra quien se plantea si lo que el lenguaje expresa es la realidad que busca y pretende encontrar desmontando las metáforas, es quien se sumerge en el lenguaje en busca de su raíz, de “la palabra original”. Este ser, este buscador de la palabra original es quien debe retroceder el camino andado por el hablante común y llegar al génesis de la palabra.

Así pues, quien está desmontando las frases no tiene esperanza alguna de encontrar el lugar original de partida del lenguaje, su única posibilidad es la de hallar una realidad en el “espacio-hueco” del lenguaje, encontrar la grieta por la cual escabullirse para ver la real existencia, el verdadero lenguaje.


Ana cristina Pérez Álvarez

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